jueves, 3 de marzo de 2011
**Liberando a quien ya no está en este plano...
Hay personas que no liberan al ser querido fallecido y no se liberan de él. No me refiero a un amor suave ni a un recuerdo agradable. Me refiero a la persona que se aferra a la imagen del fallecido de manera obsesiva y torturante. Esto no le hace bien así ni al fallecido.
El fallecido ya está en otra dimensión, ya recorrió su camino. Desee toda la felicidad para él y libérese de él, dejando que siga siempre adelante, en dirección a Dios.
Usted debe, ahora, dedicarse a sus seres queridos que están en esta dimensión. Es a ellos a quienes usted debe volverse con toda su bondad, con todo su cariño, con todo su amor y buena voluntad.
Cierto día, fui a ver una señora que estaba en grave estado de depresión porque su hijo había muerto, en la flor de la edad, en un accidente de automóvil.
Ella no quería vivir más y pensaba que Dios era muy injusto, robándole la presencia de aquel hijo. Pero ella no percibía la injusticia que ella misma cometía, dejando en total abandono a su marido y a sus otros cinco hijos. Estaba triste, deprimida, enferma, con la fisonomía melancólica, solitaria, desanimada por causa de un hijo fallecido, cuando todos los otros esperaban de ella amor, cariño, alegría, sonrisas, bondad y, sobre todo, una presencia viva, vibrante, confortadora, animadora y única, como sólo una madre puede hacerlo. Ella prefería volverse hacia un hijo por el cual nada podía hacer y dejaba de lado a todos los otros por los cuales todo podía hacer.
Le aconsejé que abandonase todo sentimiento de rebeldía, de amargura, de queja contra Dios y contra el destino, porque no tenía datos para formular un juicio correcto del caso.
–La señora clama contra Dios –le dije–, ¿pero y si, por acaso, su hijo hubiese deseado morir?
Nunca podemos juzgar. Lo que importa es que usted está vivo y debe continuar alegre, feliz, sonriente, agradable, tratando de embellecer este mundo en el cual está inserto.
EL PODER INFINITO DE SU MENTE
Lauro Trevisan
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