Somos Energìa en movimiento!
Tu cuerpo es tu manera de estar en el mundo. Cuando más vitalidad haya en él, más plenamente estarás aquí. Cuando decae tu vitalidad, por estar cansado o enfermo, tienes tendencia a retirarte. Sientes al mundo distante y borroso, como a través de una niebla. Pero, en aquellos días en que estás lleno de energía, te sientes más vivo, el mundo te parece más brillante, más próximo, más real. Todos quisiéramos sentirnos al tope de nuestro potencial de energía, y a eso nos ayuda la bioenergética.
Como tu cuerpo expresa quién eres, nos impresionas por presencia. Si sentimos la fuerza de tu presencia, decimos que eres «alguien», Si la impresión que causas es débil, decimos que eres «nadie». Cuando te repliegas sobre ti mismo por falta de vitalidad, la gente lo nota, como nota tu cansancio o falta de salud. Eso se refleja en tu cuerpo: hombros caídos, falta de brillo en los ojos, lentitud de movimientos, voz apagada sin énfasis. Por más que intentes disimular un estado como ese, no lo consigues. Lo único que logras es mayor tensión - y mayor cansancio - por el esfuerzo.
También las emociones tienen un lenguaje corporal. La ira es fácilmente detectable, por el rostro enrojecido, ojos relampagueantes, puños apretados, contracción de los músculos de la mandíbula inferior. El amor suaviza todos los rasgos, dulcifica la mirada, hay un suave sonrosado en las mejillas. En la tristeza, además del aspecto decaído, los ojos están húmedos y tiembla la barbilla.
La persona es la suma total de sus experiencias vitales, cada una de ellas está estructurada en su cuerpo, como los anillos en el tronco de un árbol, que dan cuenta de su crecimiento y de los problemas que haya tenido para crecer. Al irse desarrollando el organismo humano, va añadiendo a su personalidad diversas capas que están plenamente vigentes en su edad adulta. Cuando se las deja fluir, constituyen una personalidad integrada libre de conflictos. Si se reprime y aísla cualquiera de esas capas - o cualquier experiencia - la personalidad entra en conflictos porque su energía vital ha sido bloqueada.
Al hablar de crecimiento nos referimos al desarrollo y a la expansión de la consciencia. Cada nivel de consciencia representa un sentido nuevo del yo y de sus potencialidades, como también un concepto nuevo de su relación con el mundo. Pero la consciencia no es un ente separado o aislado del organismo, es un compendio del crecimiento del cuerpo en sus aspectos físico, emocional y mental. Depende de la asimilación de la experiencia, adquiere profundidad con la adquisición de nuevas capacidades y con el desarrollo de las que ya existen en forma innata, y se consolida en la práctica de todas ellas.
Durante mucho tiempo se consideró que la mente y el cuerpo se influían mutuamente, pero que se trataba de entidades separadas. Hoy tendemos a pensar que constituyen en realidad una sola cosa. Pero este nuevo modo de pensar no ha sido aceptado del todo. Nuestra docencia actual sigue dividida entre educación intelectual y física, sin que la una tenga nada que ver con la otra. Pocos maestros de educación física creen que puedan afectar la capacidad de aprendizaje intelectual de los alumnos con sus programas gimnásticos o atléticos. Y en realidad, así es, aunque no intenten que ocurra. Si, en realidad, la mente y el cuerpo son uno, la auténtica educación física debería ser simultáneamente mental, y viceversa.
Aceptamos teóricamente el concepto de unidad, pero no lo aplicamos en nuestra vida diaria. Suponemos que se puede educar la mente de un niño sin prestar atención a su cuerpo. Por desgracia, los datos y la información que hemos logrado embutir en su memoria no se convierten en conocimiento mientras no se relacionen con la experiencia. Se nos escapa el hecho de que la experiencia es un fenómeno corporal. Sólo se experimenta lo que incluye al cuerpo. La experiencia puede ser vívida o débil, según el grado de vitalidad que este tenga. Cuando lo que ocurre en el mundo exterior llega al individuo, él lo experimenta a través de su cuerpo.
El punto débil de la técnica psicoanalítica es que pasa por alto el cuerpo del paciente en su intento de ayudarle a solucionar sus conflictos emocionales. Como no aporta ninguna experiencia corporal de importancia, las ideas que surgen en el proceso del tratamiento siguen siendo impotentes para producir grandes cambios en la personalidad. Sólo una comprensión profunda, cargada de un valor emocional fuerte, es capaz de modificar los patrones estructurales de la conducta.
Hay que considerar que la mente ejerce una función directiva sobre el cuerpo. Es posible, a través de la mente, dirigir la atención hacia partes específicas del cuerpo y producir efectos en ellas. Como ejemplo, deje caer el brazo relajado al costado, soltando la muñeca, y concentre toda su atención en la mano mientras respira calmadamente. Sentirá su mano de manera distinta, empezará en ella una sensación de cosquilleo, puede comenzar a temblar o a vibrar un poco. Entonces comprenderá que su mente ha dirigido una corriente de energía hacia su mano. Son las manos y la cara las partes del cuerpo que obedecen más rápidamente a estos procedimientos por su mayor área de conexión con el cerebro. Pero, con la práctica esto se puede lograr en el cuerpo entero, con gran beneficio para el flujo energético del organismo.
La mente puede dirigir la atención hacia adentro o hacia fuera del cuerpo, enfocando la atención sobre uno mismo o sobre el mundo exterior. El individuo sano - no tenso - puede variar la concentración entre ambos puntos con gran facilidad y rapidez, de manera que simultáneamente puede ser consciente de su cuerpo y del medio que lo rodea. Cae en la cuenta de lo que le está sucediendo a él y, al mismo tiempo, de lo que le ocurre a los demás. Pero no todos tienen esa capacidad.
Cuando la persona no lo es, se debe a que tiene miedo de percibir sus propias emociones. Las reprime por medio de tensiones musculares crónicas que no permiten que se expanda la excitación y que bloquean los movimientos espontáneos. La gente reprime muchas veces su miedo porque tiene un efecto paralizante; su ira porque es demasiado peligrosa, y su desesperación porque tiene una influencia demasiado desalentadora. También reprime el ser consciente de un sufrimiento producido por haber experimentado un desengaño o frustración. La represión de los sentimientos disminuye la vitalidad del cuerpo y la capacidad de la mente para concentrarse. La mayor parte de las veces, la mente está preocupada de la necesidad de mantener el control a expensas de sentirse con más vida.
La vitalidad y el espíritu están relacionados, El grado de espíritu que tiene un individuo está determinado por su vivacidad y vibración, es decir, por el grado de energía que tenga. La relación entre energía y espíritu es directa. Cuando la energía de la persona aumenta, también se eleva su espíritu, eso es lo que llamamos exaltación. Se puede definir el espíritu como la fuerza vital de un organismo manifestada en la auto expresión del individuo. Su espíritu es lo que lo caracteriza y, cuando es fuerte, lo hace destacarse entre sus congéneres.
Traducido y extractado por Ester Silva de
Lowen Alexander. Creador de la Bioenèrgetica-Bioenergetics