U.H. - Tienes una trayectoria muy extensa, desde el mundo científico, desde el mundo espiritual. El mundo científico me gusta, pero me gusta mucho más la relación de éste con el mundo espiritual. ¿Sientes que tenemos el alma enferma?
J.D. - Primero, quiero decir, que no hay nada científico que no sea espiritual.
Que la ciencia se ha convertido en el lenguaje contemporáneo de la espiritualidad para algunas personas, que necesitan otro tipo de comprensión, se ha convertido en el lenguaje contemporáneo. Cuando los grandes maestros andaban por el planeta hace miles de años, hablaban con alegorías para que
todo el mundo les pudiera entender, de hecho si tomas el lenguaje de ésa época y lo analizas, hay hoy cosas que no encajan.
La física cuántica y la ciencia nos sirven para comprender ése tipo de lenguaje.
Ahora, para hablar del alma, son muy útiles. El alma es como una videocámara para el que quiere aprender y tener experiencias, y para el que quiere entrar en nuevas y excitantes aventuras. Todos nosotros hemos estado experimentando lo que es sentir que el alma esté quemada y es como el lector
de un disco que se ha quedado enganchado en un surco. El alma crea la genética que tenemos y las circunstancias en nuestra vida, como la oportunidad perfecta para superar cualquier emoción en la que estemos estancados. La emoción está conectada con la experiencia, y cuando vamos
más allá de la emoción conseguimos la sabiduría que es realmente lo que el alma está buscando.
U.H. - El alma busca sabiduría, experiencias, crecer. ¿Sientes que ahora todo se desarrolla para bloquear ese crecimiento?
J.D. - No, yo siento y pienso que las actuales circunstancias sólo nos desafían a crecer,
U.H. -¿Qué necesitamos activar en el corazón y en la cabeza para crecer?
J.D. - Bueno, la cabeza y el corazón tienen que estar siempre en equilibrio.
Tener el corazón demasiado abierto sin cabeza es como un barco en el mar, pero sin capitán y tener la cabeza abierta pero sin corazón, es estar mirando por un pasillo muy estrecho. Cuanto más aprendemos, cuanto más cambiamos, más abrimos los dos: la cabeza y el corazón.
U.H. - Somos capaces de generar conexiones y de aumentar nuestra capacidad neuronal, nuestra capacidad de memoria emocional, que es la que nos ayuda a avanzar. A veces necesitamos referentes que nos ayuden a ver esa luz en el horizonte.
Ese tipo de referentes, antiguamente eran los maestros. ¿Por qué ahora nos cuesta tanto reconocer a los auténticos maestros enmascarados en farsantes?
J.D. - Hay tantas personas que se proclaman así mismos como maestros, y muchos de ellos lo hacen por dinero y por poder, y hay tantas facetas de creencias, que hacen que sea muy difícil encontrar el camino.
U.H. -¿A qué aspecto de nuestro ser al completo debemos hacer caso para distinguir al maestro del quién no lo es?
J.D. - Es una gran pregunta. Nuestro sentido de la conciencia se ha diluido por la sobre estimulación de los medios, de la televisión, las revistas.
Las personas acaban perdidas respecto a su sentido del ser, al de la virtud, al de la moral y al de la ética. Porque no hay mejor manera de fracturar la sociedad que confundirla, y hacer que se pierda la atención cambiando constantemente de punto de referencia. En 5 minutos puedes encender la televisión y puedes ver una comedia y reírte, cambiar el canal y ver a Bush
y sentir repulsión. Cambiar el canal y ver a tu equipo favorito marcar un gol.
Cambiar el canal y ver el corazón de tus sueños, cambiar de nuevo y ver a los niños muriéndose de hambre en África y después volver a la comedia y reírte. La sociedad se fractura haciendo que el foco de atención no sea fiable, y se
despiste, se desoriente. La habilidad para observamos a nosotros mismo, se queda diluida porque empezamos a creer en ésos falsos ideales. El silencio, la naturaleza, el conocimiento, la contemplación, el ritmo y el baile, la creatividad, los rituales, todos ésos son fenómenos que están desapareciendo y con ellos se va nuestra habilidad para navegar. En el mundo en el que vivimos todas ésas
influencias exteriores están comenzando a fallar, entonces la gente rica, la poseedora del capital, del poder son las que tienen importancia. Cuando el sistema se rompe con lo único que nos quedamos es con nuestros propios recursos,
habilidades. Entonces encontrar nuestro camino requiere que nos volvamos conscientes de nuevo. Ser conscientes de lo que habitualmente no somos.
Hay muchas personas que no quieren esforzarse en hacer eso. Son adictos al entorno y utilizan el entorno para encontrarse bien. Todo el poder se ha movido fuera de nosotros. Lo que sucede en nuestra sociedad actual es gente que está despertando y comienza a darse cuenta que nadie sabe la verdad y nos convertimos en meros transmisores. La conciencia ahora comienza a despertar y estamos adquiriendo el sentido de lo correcto y de lo incorrecto.
Comenzamos de nuevo a confiar en nosotros en lugar de en lo que vemos, en lugar de lo que escuchamos, que probablemente no es real.
U.H. - Debemos retomarnos a nosotros mismos, debemos retomar nuestra luz interior y utilizarlo de referente.
Nuestro sentido de la conciencia se ha diluido por la sobre estimulación de los medios, de la televisión, las revistas. Las personas acaban perdidas respecto a su sentido del ser, al de la virtud, al de la moral y al de la ética.
Porque no hay mejor manera de fracturar la sociedad que confundirla, y hacer que se pierda la atención cambiando constantemente de punto de referencia.
¿Es ése el trabajo más duro?
J.D. - La tarea más difícil es encontrar el tiempo para hacerlo. Está ahí.
Si nos amamos lo suficiente y entendemos que somos la fuente de nuestra vida y que según pensamos y sintamos creamos nuestro destino, es cuándo podremos hacerlo.
U.H. - Para poder recuperar a nosotros mismos y poder crecer y evolucionar interiormente siento que se presenta una lucha contra las personas banales, vacías que sólo generan trabas en el camino. ¿De alguna forma ignorarlos sería
deshumanizarnos?
J.D. - La vanidad está conectada con el poder y cuando necesitamos el poder de algo que está fuera de nosotros, con lo que conectamos es con la inseguridad.
La pregunta que hay que hacerse cuando se trata con personas vanas, es quién sería sin esa cara, sin sus posesiones, sin su trabajo, porque ésas personas están pegadas a elementos en su vida que les hacen sentir que son alguien, porque están tan asustadas que no pueden permitirse el sentir que no tienen
valor. Nosotros debemos de amarlos por lo que son; porque si no tuvieran esa cara o ése dinero podríamos ser como ellos. Debemos tener compasión.
Es una situación muy difícil de superar, ellos necesitan a todo el mundo para hacerlos sentirse muy importantes.
¿Quiénes serían ellos sin el mundo?
U.H. -¿Qué debemos hacer con las nuevas generaciones, cómo vamos a dar referencias para que aprendan a reconocer y a evolucionar, cómo le podemos ayudar?
J.D. - Lo primero no debemos enseñar a nuestros hijos algo que nosotros no podemos hacer. Porque los niños tienen unas neuronas especiales, que se llaman “neuronas espejo” y ellos van a aprender y a hacer lo que hacemos y no lo que decimos. Debemos desarrollar la confianza en nuestros hijos,
permitiendo que confíen en nosotros y a la vez debemos mostrar nuestra confianza en ellos. Eso significa que nosotros debemos admitir nuestros errores, y debemos ayudarles para indicarles como hacerlo mejor la próxima vez. No debemos intentar razonar con un niño, cuando sus emociones
están alteradas ¿tú quieres que razonen contigo cuando estás alterado?
Déjalos solos, déjales espacio, no les hagas preguntas si ellos no están preparados para responder debido a la alteración emocional. Cuando estén reaccionando a través de las emociones hay que observarlos, hay que dejar todo lo que estemos haciendo y mirarlos, y cuando ellos se hayan
calmado, volveremos a lo que estemos haciendo. Después cuando vayamos a acompañarlos a dormir, explicarles cuáles son nuestras emociones en
ése momento, en qué estamos trabajando con nosotros mismos.
Intentar crear un espacio mayor, más amplio, para que ellos puedan decirnos qué es lo que quieren cambiar de ellos. Los niños lo entienden desde una edad muy temprana, porque saben cuando han perdido la marca, el límite. Cuando ellos estén en condiciones de explicar su enfado, será el momento de decirles que ya lo sabes, que lo has visto, porque debemos
intentar que ellos sepan que siempre hay alguien que los observa, ahí hacemos que tengan sentido de la conciencia y es entonces cuando les preguntamos si ésa situación que han vivido se volviera a repetir, ¿cómo podrían mejorar el resultado? ¿Cómo podríamos hacerlo de forma distinta? Intentar que se olviden de la emoción y que analicen qué cambiarían si ésa situación se volviera a repetir.
Ayudarles a construir en su mente una forma mejor de ser. De acuerdo con el modelo neurocientífico, tan pronto como ayudamos a que se construya una nueva idea, estamos incitando a su cerebro a que actúe de forma diferente y de ésa manera ubicarán “el disco duro” en su lugar y más allá de
la experiencia van a poder utilizarlo cuando las situaciones se repitan. Antes de dormir les podemos contar un cuento acerca de un niño pequeño que se parezca mucho a ellos, al que le gusten las mismas cosas, y que viva en lugar muy lejano en donde hay castillos y caballos, y creando una alegoría, contando lo que ellos han dicho o han hecho, explicando lo que van a hacer la próxima vez, debemos conseguir que el cuento acabe bien.
La mente subconsciente se abre dos veces a lo largo del día, cuando nos despertamos y nos dormimos, son los momentos perfectos para sembrar semillas en los niños.
Debemos ser el ejemplo vivo de todo lo que queremos que sean nuestros hijos.
Debemos sacarlos a la naturaleza, sentarnos al lado de un río, tirar piedras con ellos, entrar en su mundo de imaginación y a través de él llevarles a las posibilidades. Es nuestro trabajo para con nuestros hijos. Ellos no entienden las almas como tú o como yo. Compartimos la misma genética, ellos van a
tener las mismas propensiones emocionales.
Conocerte a ti mismo, será conocer a tus hijos.
U.H. - Cuando tenemos cerca de un ser evolucionado como los
niños índigo, ¿Cómo les podemos ayudar? ¿Cómo podemos impedir que les dañen? ¿Podemos plantear una sociedad, que no impida esa evolución?
¿Podemos ayudar a tener referencias, cuando son seres más evolucionados que nosotros?
J.D. - Yo tengo tres hijos muy talentosos, nuestro trabajo como padres es crear condiciones para ellos. Para que puedan salir un poco de sus creencias emocionales y de su comprensión filosófica. De cualquier forma van a crecer.
No debemos permitir que nuestros hijos sean productos de la sociedad.
Tenemos que influenciar de nuestros hijos para que sean nuestro producto y a la vez proveerlos de herramientas que le permitan explorar. Para mí cualquier niño es un ser especial.
Pero de qué sirve que tengamos un niño que tenga un don si no podemos ayudar a potenciarlo.
Debemos ayudarle a reconocer las mentiras, debemos ayudarles las verdades y sólo el amor es capaz de enseñar todo eso.
Los niños quieren volver a nacer todos los días, salir del dolor
emocional todos los días; pero cuando están heridos, dañados, la sociedad no hace nada, es nuestro trabajo. Debemos ser creativos, debemos estar presentes y debemos descubrir que es lo que les causa daño. Nuestra energía debe estar por encima de la suya para que ellos se inspiren en alcanzar su
máximo potencial.
U.H. - Debemos dejar que nos ayuden, les vamos a dejar en sus manos un mundo muy pobre. Yo me siento con parte de responsabilidad por pertenecer a esta sociedad. Creo que personas como tú nos pueden ayudar y lo debemos
agradecer.
J.D. - Yo no me siento responsable de la situación de este mundo que les estamos dejando; porque con cada problema hay una solución y ellos han elegido nacer en este momento para ser los que traen la solución.
Pero debemos cultivar en ellos una mente tan ilimitada y tan incondicional que pueda escaparse de las emociones de victimización y dejarse guiar por las posibilidades.
Si les enseñamos a tener flexibilidad mental e interés en el verdadero cambio, ellos heredarán un mundo que podrán cambiar según su propia voluntad.
U.H. - Confiemos en ello. Agradecemos a seres como tú, que estén aquí dándonos luz y ayudándonos a ver que ésa conexión con el Universo se puede conseguir.
Gracias.
http://www.guiacieloytierra.es/cache/revista_356632.pdf