Sin embargo, lo que parece como una especulación mas en torno a una catástrofe planetaria, no es sino un concepto del cambio cíclico de la vida sobre la faz de la Tierra. Cambio irremediable pero feliz, que colocará a quienes tengan la dicha de observarlo, en la primera fila de esta enorme pantalla llamada Universo.
A principios del siglo XVII, el astrónomo inglés, Sir Edmund Halley, estudiando la posición de las estrellas notó que al menos tres de ellas no estaban en la posición registrada por los griegos. La diferencia era tan grande que hacía poco probable que los grandes maestros griegos hubieran cometido un error. Le pareció muy claro a Halley que dichas estrellas se habían movido dentro del sistema.
Por otro lado, Paul Otto Hesse en su libro "Der Jungeste Tag", también realizó un estudio especial del sistema de las Pléyades, confirmando que nuestro Sol forma parte de él. Encontró por ejemplo que a nuestro Astro Rey le toma 24.000 años completar una órbita alrededor de Alción.
Dividió dicho ciclo en dos etapas o períodos de 12.000 años cada uno; un periodo de 12.000 años de oscuridad, que estamos finalizando en estos momentos , seguido de un período de 12.000 años de luz; para nuevamente incurrir en 12.000 años de oscuridad y 12.000 años de luz, etc.
Hesse descubrió, además, que Alción tiene a su alrededor un gigantesco anillo o disco de radiación en posición transversal al plano de las órbitas de soles de sus sistemas, incluido el nuestro y que dicho anillo tiene un alcance efectivo de 2.000 años luz solares, o 759.864 billones de millas.
De lo anterior se deduce, que cada uno de los soles de dicho sistema, a su tiempo y obligadamente, tienen que cruzar dicho anillo o disco de radiación. La velocidad de cada Sol es distinta, y por lo tanto, se toman tiempos distintos para cruzar el anillo. En el caso de nuestro Sol, tarda cerca de 2.000 años en cruzarlo.
Este anillo, según Hesse, consiste de la descomposición, división o rompimiento del electrón, algo que hasta hoy todavía se desconoce en la Tierra. Al penetrar nuestro planeta en esta radiación serán excitadas todas las moléculas y átomos de todos los cuerpos existentes, sufriendo con esto una transformación de magnitud imprevisible.
La mencionada excitación molecular creará un tipo de luz constante no caliente; luz sin temperatura que no produce sombra, de tal manera que ni en las cavernas más profundas existirá la oscuridad (en nuestro interior humano tampoco habrá oscuridad). Todo, absolutamente todo el material, en su exterior e interior, quedará iluminado, sin sombras, a partir del momento en que nuestro mundo penetre de lleno en el Cinturón de Fotones.
La entrada a este Cinturón será gradual; primero entraremos a una Zona Nula, la que demorara aproximadamente dos días, para entrar a una zona en la que la oscuridad será total y que durara tres días donde los aparatos eléctricos no funcionarán, producto del hipermagnetismo existente, para después entrar en la parte mayor, donde como ya mencionamos, se va a experimentar luz sin fin (24 horas al día) durante 2.000 años y finalizará cuando el sistema solar salga durante otro periodo de cinco a seis días nuevamente, para entrar a un nuevo periodo de oscuridad que es lo que observamos actualmente, vale decir, día y noche. Sin duda, que este acontecimiento espacial producirá muchos cambios en las manifestaciones de la vida, al igual como ha sucedido en otras épocas de nuestra historia. Por ejemplo, las glaciaciones y otros cataclismos que han modificado la geografía del planeta; pues según parece, el anillo de Alción nos traerá grandes beneficios, pero también grandes calamidades, por lo menos en el principio.
Si la Tierra entra en el anillo antes que el Sol, se producirá un fenómeno atmosférico semejante a un incendio tanto del cielo como de todo el planeta, esto, no obstante que no habrá calor ni dañará a nadie, pues será un fenómeno solamente para la vista, para los sentidos, aunque sí desde el principio se observarán alteraciones en la materia que aparecerá como luminosa, quizá como fosforescente.
Por otra parte, en el caso de que el Sol ingrese primero en este Cinturón, se producirá en la tierra una oscuridad como noche con lluvia de estrellas que durará cosa de 110 horas (aproximadamente 5 días). Luego, la Tierra sufrirá el fenómeno ya descrito para quedarse con luz permanente durante 2.000 años. La oscuridad de que se hace mención, será como consecuencia de la modificación repentina que la radiación solar sufrirá por el contacto con el anillo fotónico. La lluvia de estrellas del segundo caso, será consecuencia de la extraordinaria excitación molecular en la atmósfera. El día perpetuo (2.000 años) será consecuencia de la propia radiación no dependiendo ya del Sol para tener luz de día (Benavides, 1990).
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