AFIRMACIONES CIENTIFICAS PARA LA CURACIÓN - YOGANANDA
1) Sentarse enfrentando el Norte o el Este. Escójase una silla de respaldo recto, desprovista de soportes para los brazos.
2) Ciérre los ojos y concentre la atención en la región del bulbo raquídeo (en la parte posterior del cuello). Manténgase la espalda recta. Inhálase profundamente, exhalando luego el aliento; repítase esta operación tres veces.
3) Relájese el cuerpo, y manténgase inmóvil.
4) No debe pensarse en el tipo particular de curación que se necesita.
5) Deseche toda ansiedad, toda falta de confianza, toda preocupación. Tome conciencia, en forma serena y confiada, de que la divina ley opera efectivamente, y es omnipotente. Se debe impedir que la duda o la desconfianza hagan presa de la mente, la fe y la concentración permiten que la ley opere sin ningún obstáculo.
LUGAR:En lo posible debe elegirse un sitio silencioso y tranquilo.
MÉTODO: Antes de comenzar a practicar las afirmaciones, debe limpiarse la mente de toda inquietud y de toda preocupación. Elíjase la afirmación que necesita, y repítala en forma completa, comenzando en voz alta y bajando progresivamente la voz - mientras la repetición se hace a su vez más lenta- hasta acabar en un murmullo.
Entonces deberá continuarse repitiendo la afirmación en forma mental solamente, sin mover los labios ni la lengua, hasta que se sienta que se ha alcanzado una profunda e ininterrumpida concentración.
Si se continúa con la afirmación mental, ahondando aún más, surgirá una sensación de paz y de dicha crecientes.
El bulbo raquídeo y el punto medio entre las dos cejas constituyen de hecho los polos positivo y negativo, respectivamente, de un solo centro de fuerza inteligente.
Cuando, en forma serena y concentrada, se fija la mirada en el punto medio entre las cejas, la corriente proveniente de ambos ojos se dirige primero hacia dicho punto, y luego al bulbo raquídeo. Entonces aparece en la frente al ojo único de luz astral, el cual se refleja allí desde el bulbo raquídeo.
Afirmaciones terapeuticas:
Tú estás en todo, y doquiera estás Tú, allí está la perfección. Tú habitas en el altar de cada célula; Tú habitas todas las células de mi cuerpo, y ellas están sanas y perfectas, sanas y perfectas. Hazme sentir que Tú estás en todas mis células, en todas ellas; Hazme sentir que Tú estás en cada una de mis células y en todas ellas. . .
en cada una de mis células, y en todas ellas.
Vida de mi propia vida, Tú eres sana, y estás en todas partes. Tú estás en mi corazón y en mi cerebro, en mis ojos, y en mi rostro, y en mis miembros; Tú estás en todas partes. Eres Tú quien mueve mis pies; ellos están sanos, están sanos. Mis piernas y mis muslos están sanos, están sanos, pues Tú moras en ellos. Tú sostienes mis muslos, para que me yerga, para que no caiga. Mis muslos están sanos, pues Tú estás en ellos, pues Tú estás en ellos.
Tú estás en mi garganta, Tú brillas en mis mucosas, y en mi abdomen habitas; ellos están sanos, pues Tú estás en ellos. Tú titilas en mi columna dorsal; está sana, sana.
Tú fluyes en mis nervios; están sanos, sanos. Tú flotas en mis venas, y en mis arterias flotas; están sanas, sanas. Eres fuego en mi estómago, fuego en mis intestinos; están sanos, sanos.
Afirmaciones Breves
Padre Perfecto, Tu luz fluye a través de Cristo, a través de los santos de todas las religiones, a través de los maestros de la India, y a través de mi propio ser. Tu divina luz está presente en todas las regiones de mi cuerpo. Estoy sano.
¡Oh, Consciente Energía Cósmica, Tu vida es la vida mía! Tú espiritualizas y transformas en energía los alimentos sólidos, líquidos y gaseosos con los cuales sustento mi cuerpo.
Padre Celestial, las células de mi cuerpo están hechas de luz, mis células corporales están hechas de Ti. Puesto que Tú eres perfecto, ellas son perfectas. Puesto que Tú eres Salud, ellas son sanas. Puesto que Tú eres Espíritu, ellas son Espíritu. y puesto que Tú eres la vida misma, ellas son inmortales. Tu energía dadora de vida renueva y fortalece mi ser.
El poder terapéutico del Espíritu fluye a través de todas las células de mi cuerpo. Estoy hecho de la única sustancia universal: Dios.
Padre, tú estás en mí; estoy sano. Tu poder fluye a través de mí. Mi estómago está sano, pues Tú estás allí.
Padre Celestial, Tú estás presente en cada átomo, en cada célula, en cada corpúsculo, en cada partícula de los nervios, del cerebro, de los tejidos. Puesto que estás en todas las partes de mi cuerpo, yo estoy sano.
La perfecta salud divina inunda todos los oscuros recodos de mi enfermedad corporal. Su luz brilla en todas las células de mi cuerpo. Mis células están completamente sanas, pues la perfección divina está en ellas.
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