Aquello que mueve nuestras cajas, aquello que llega con un rostro inesperado, que nos manifestamos de manera subconsciente, aquello que nos hace temblar el alma, estremece nuestros sentidos y retuerce nuestra perspectiva de la vida, es la verdad, en su inocencia llegando a nosotros.
¿Y porqué la verdad ha de ser una genialidad reservada sólo a los que están capacitados para concebir la verdad?
Uno de los errores de este concepto, es que la verdad no es una búsqueda, ni es un estado reservado a determinadas mentes, sino que nosotros, sea quien sea, no hemos sido educados para amar la verdad. Si yo no amo la verdad tengo miedo por la ruptura que ésta causa en mi confortable perspectiva de la realidad y con el miedo sólo puedo negar, evadir, saltear o distorsionar la verdad, construyendo máscaras y sombras que han de sopesar este terrible miedo a la verdad.
Comenzar el camino de amor por la verdad es una práctica diaria, de una vida, y si bien es un proceso en el que mi vida entera se pone a prueba, puede existir un quiebre instantáneo, imaginemos la siguiente circunstacia:
Hay un maestro que ha superado la existencia física, los dilemas existenciales, el temor por la imagen, el no ser aceptado, las diferencias, en sí la educación humana, la adaptación existencial impuesta.
Él ahora, encarnado en una persona física, nos habla de la verdad, nos dice:
La verdad no tiene porqué ser algo tomado como duro o amoroso, porque es inocencia, es en sí la luz a la que se exponen nuestras sombras, ¿Porque no amar del mismo modo lo que os digo?
Desde su perspectiva, la verdad no es un dogma, no es un estado de consciencia ni es un proceso, la verdad es, sentida con el alma. Y este amor que nosotros podemos aprender sobre la verdad es el paso a la libertad.
Si nos detenemos a contemplar qué es lo que nos ha hecho sufrir alguna vez, podremos entender que no ha sido la verdad, ni ha sido una mentira, sino que ha sido la falta de amor por la verdad, cuando amemos realmente la verdad seremos libres de aceptar las cosas antes de que sucedan, de aceptarnos antes de imponer nuestras máscaras, de vivir en libertad, aún sabiendo que lo que se mueve debe ser movido y podemos superarlo, con amor y responsabilidad.
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