Traer la espiritualidad a la acción tiene un efecto positivo y directo por lo menos en cuatro áreas específicas de nuestra vida: bienestar interno, la efectividad como persona, su potencial de liderazgo, y su perfil profesional.
Notemos como todos estos cuatro campos se ajustan directamente a nuestra vida y a nuestra habilidad para vivirla.
Esto en contraste con la suposición popular que se tiene de que la espiritualidad debería tomar lugar separadamente de la vida, que la meta de una práctica espiritual, en realidad la práctica misma, necesita ocurrir aislada de la vida.
Estos cuatro aspectos son ejemplos de como la espiritualidad es para utilizarse en la vida, de como la espiritualidad y la acción están conectadas.
y podemos ser muy espirituales sin ninguna afiliación religiosa.
La meditación relaja el cuerpo, despeja la mente, sube nuestra energía y nos prepara para lograr nuestros propósitos.
Perdonemos: No es fácil, pero es milagroso. Es muy difícil elevarse espiritualmente cuando todavía nos encontramos aferrados al pasado y a sentimientos de rencor y resentimiento.
Hagamos una evaluación objetiva y honesta. Admitamos que todos cometemos errores y que por muy graves que estos sean, sólo estamos actuando de acuerdo a lo que sabemos y a nuestros recursos.
Quizás personas que no son tan avanzadas espiritualmente nos hayan herido en el pasado. Sin embargo, debemos comprender, perdonar y olvidar. No se trata de ser santos… se trata de sanarnos a nosotros mismos.
Hay una frase célebre que dice que el resentimiento es como tomarse un vaso de veneno y pretender que otros sean los que mueren. No te envenenes más – perdona y sigue creciendo. Si te es difícil, usa el poder de la visualización.
Pidamos perdón: A nosotros mismos por nuestros errores o faltas. Somos un producto que va en progreso y que merece compasión y amor.
Los errores que hayamos cometido son parte de nuestra existencia pasada.
Pidamos también perdón a aquellos a quienes hemos herido. Así sea en persona, con una carta o en forma energética, admitamos nuestros errores y pidamos perdón. Liberaremos una carga que nos hará la vida más liviana.
Busquemos aliados: A veces existe la necesidad de cambiar nuestro entorno para poder avanzar.
Rodeémonos de personas amorosas, honestas y bondadosas. Siempre existe la posibilidad de filtrar nuestras relaciones, alejando lo tóxico y atrayendo amor y paz.
Planeemos nuestra rutina: Decidamos qué vamos a hacer parte de nuestra rutina espiritual.
Dejémonos llevar por nuestra intuición y lo que nos hace feliz.
Determinemos qué vamos a incluir en nuestra vida – oración, caridad, afirmaciones, mapa de tesoro, grupo espiritual, lectura… hay muchas maneras de incluir actividades que nos incitan a ser mejor cada día.
Seamos generosos: Parte de ser espiritual es darse cuenta de que no estamos solos. Estamos conectados con el planeta y sus habitantes. Somos parte de un todo.
Al hacer esta conexión consciente, podemos estrechar nuestros brazos y ser el apoyo y el amor que otros necesitan.
Hagamos algo bondadoso por alguien más y por nosotros al menos una vez al día.
Purifique su vida: Todos necesitamos un empujoncito de vez en cuando, y mantener la energía de nuestros cuerpos y nuestros espacios limpia y positiva, ayuda muchísimo. Siga rituales de protección y purificación de vez en cuando que limpien su cuerpo, aura y hogar.
Vivamos conscientemente: Atentos a nuestros pensamientos, palabras y acciones. Si nos damos cuenta que éstos a veces son negativos, hagamos el esfuerzo de aceptarlos, entenderlos y despedirlos.
Es normal que la frustración y los problemas a veces nos afecten. Sin embargo, asumamos el control y no nos dejemos llevar. Por cada problema que tengamos, agradezcamos por los que no tenemos. Con cada impulso de juzgar a alguien más, cambiemos la perspectiva y comprendamos - seamos compasivos.
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