Los radiestesistas han constatado a través de investigaciones hechas durante decenios, que hay una casi perfecta relación entre el cáncer y el dormir sobre radiaciones geopatógenas.
En 1929, el Barón Gustav F. von Pohl llevó a cabo una experiencia en la localidad alemana de Vilsviburg, constatando que los 54 casos de cáncer habidos en los últimos 12 años, ocurrieron en lugares donde las camas estaban o estuvieron ubicadas sobre radiaciones geopatógenas, sin excepción.
Entre 1930 y 1931, El Dr. Hager realizó una experiencia más amplia en la ciudad de Stettin (Alemania). Hizo confeccionar una nómina de 5.348 casos de cáncer habido en los últimos 20 años y un radiestesista avanzado verificó los lugares donde estaban emplazadas las camas, concluyendo que en todos los casos había fuertes radiaciones telúricas; es más, había numerosas camas que contaban con el triste récord de 2, 3, 4, 5 y más casos de cáncer, a través del tiempo. El cáncer no se hereda, se hereda la cama.
Los geobiólogos-radiestesistas como: Guido Bassler, Mariano Bueno, Raúl de la Rosa, Jaques la Maya, Kathe Bachler, han constatado la presencia de radiaciones en los casos de cáncer.
Mi experiencia me dice lo mismo.
Pero no todas las personas que duermen sobre estas radiaciones contraen cáncer, por lo que parece que es necesario además que haya habido un fuerte problema síquico o un intenso estrés que provocara un “corto circuito neuronal”, El Dr. Gert R. Hamer investigó y llegó a la conclusión que el cáncer es una enfermedad del alma que se origina cuando un suceso muy fuerte tiene lugar, o conflicto emocional llega a su punto crítico representando un mazazo a su psiquis y también cuando la persona se siente totalmente abandonada, abatida e impotente de solucionar un problema. Se debe dar la combinación: psiquis-radiaciones, para que el cáncer se manifieste.
El médico de barrio no puede sino sonreír si se le dice que las ondas nocivas de la tierra podrían ser la causa principal (o única) de los problemas que traen sus pacientes.
Dentro del sistema alopático en general - pues existen honrosas y admirables excepciones - se busca el mal hasta un cierto nivel de la cadena causal y únicamente en una sola dirección. ¡Es tan cómodo imaginar que la enfermedad es una entidad a la que se ahuyenta a golpes de medicamentos!
Ante una artrosis o una afección reumática se atiborra al paciente de productos químicos. Es mucho más simple y más fácil que buscar las causas reales de tales perturbaciones en el régimen alimenticio, en su programa de vida y en las condiciones generales de su diario vivir.
LA CIENCIA OFICIAL NO DEBE IGNORAR ESTA REALIDAD
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