Abre las Puertas de la Aceptación
Dios Dijo:
A medida que pierdes tus límites, puede que notes más los límites
que los demás mantienen,
y que no sientas la paz que quieres adquirir.
No sientes paz en absoluto.
De hecho, te sientes perturbado.
Puede que te digas
"¿Cómo puede tener una visión tan cerrada esta gente
que profesa la Unicidad?"
Y por lo tanto tu impaciencia se expande hasta los límites.
Y así estás rompiendo el límite que queda,
que es tu enojo e irritación con los demás.
Sus espacios pueden ser o parecer cerrados,
pero debes permitirles tener sus límites.
¿Ves cómo tu forma de pensar impaciente es un límite que debes soltar?
Sí, los límites existen, dentro de ti y de todos los demás.
En este preciso momento,
Estamos hablando de ti, amado.
Parte a tu impaciencia en dos.
No te separes de aquellos cuyas percepciones no se corresponden
con las tuyas.
Debes ser consciente de que existen aquellos que se mordieron la lengua
y te tuvieron muchísima paciencia.
Ahora puedes ver eso.
Ahora te toca adquirir y dar paciencia.
Yo sé que tú te muerdes la lengua, y sé cuánto te cuesta.
Y ahora debes morderte la lengua de la mente que ruge por la ignorancia.
Oh, sí, Mi queridísimo amado, debes desplegar la alfombra roja
incluso para la ignorancia.
Tú, que tanto quieres la Unicidad, no quieres dividir a la gente
entre sabia o ignorante,
los que piensan bien o los que no lo hacen.
Alcanzarás, con el tiempo, un estado de existencia en el que serás Paciencia Suprema
ya que les permitirás a todos la libertad de estar en el estado
de la existencia en el que se encuentren.
Te convertirás en sus corazones que laten,
incluso cuando lo hacen bajo lo que tú percibes como colores falsos.
Te resulta particularmente difícil mantener tu equilibrio cuando la gente que ocupa una posición en la que esperarías que tengan
una visión superior no tiene tal visión.
Tal como son las cosas en este momento, cuando alguien en posición
de autoridad no alcanza a aprobar,
tú tampoco apruebas en tu rechazo por ellos.
En efecto, quieres reformarlos.
¿A quién debes reformar?
¿Quién debe engrandecer su pensamiento?
Cuando hagas lugar para todos, cuando recuerdes
que todos son
Mis hijos con todos los derechos y privilegios que les he dado,
tu impaciencia no será tan elevada ni poderosa,
y tú engrandecerás tu forma de pensar.
Tampoco corregirías a alguien cuya habla o escritura no están acertadas,
por lo tanto te tienes que olvidar de la corrección.
¿Vivirás, por favor, conforme a tus premisas?
También te pido que no seas tan impaciente contigo mismo.
Acepta un poco más incluso tu impaciencia.
Tu impaciencia podría ser el último hilo que te mantiene en la ignorancia, amado.
Ama incluso a tu impaciencia.
Ten más compasión por ella.
Una vez que la impaciencia tenga tu paciente aceptación,
va a ser más fácil para ella partir, y serás capaz de dar aceptación
a lo que en el presente no la das.
Mientras abres las puertas de la aceptación, la impaciencia puede salir.
Un día mirarás a tu alrededor, y ya no verás ni sentirás la impaciencia.
No será tampoco que eres paciente.
Verás más allá de los defectos.
Tu gen impaciente se tomará un descanso.
Podrías ver la falacia, pero no encontrarás los defectos.
No pienses que ésta es una debilidad de tu parte.
Es una gran fortaleza.
Sabrás cuándo hablar, y lo harás sin irritación.
La irritación ya no tendrá un punto de apoyo en tu vida.
¿Puedes imaginar a Buddha impaciente?
Traducido por: Cecilia Ricardini
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