INTRODUCCIÓN
Si existe un concepto apasionante en el pensamiento de los seres humanos, éste es el de la reencarnación. Puesto que la seguridad de que somos mortales y que nuestra vida no se prolongará mucho más de los 80 años, y eso si tenemos suerte, es un hecho asumido, la posibilidad de poder prolongar nuestra existencia una y otra vez nos resulta más interesante que la idea de morir para siempre.
Es probable que no exista ni una sola persona que no haya pensado alguna vez a lo largo de su vida sobre qué es lo que sucede una vez que morimos. Este pensamiento nos persigue especialmente cuando tenemos que asistir al entierro de un ser querido, cuando padecemos una enfermedad severa y, muy intensamente, cuando llegamos a la frontera de los 50 y nos planteamos nuestro incierto futuro. Antes, en la juventud, la muerte es algo que ocurre “a los mayores”, o a las personas que tienen “mala suerte” y sufren un accidente mortal en la carretera. La vemos tan lejana que ni siquiera nos cuestionamos que nosotros estamos ya, invariablemente, como mortales, en esa lista de futuros fallecidos.
En los 50 llegan la mayoría de las crisis existenciales, pues junto con las pocas posibilidades profesionales que el futuro nos puede deparar, la vida sentimental ya no ofrece tantas oportunidades de freno y vuelta a empezar. Igualmente, somos conscientes de que el decaimiento inexorable del cuerpo no lo podremos detener con curas de adelgazamiento, gimnasia agotadora, ni píldoras rejuvenecedoras. Algunos ilusos, especialmente mujeres, se gastan ingentes cantidades de dinero en cremas de belleza y clínicas de cirugía estética, en un intento vano de detener lo que es imposible.
Afortunadamente, las religiones y los parapsicólogos nos dan una brisa de esperanza y nos aseguran, aunque ninguno de ellos nos aporta pruebas fehacientes, que existen otras formas de vida, algunas ciertamente apasionantes, como quienes nos hablan del Cielo eterno en el cual solamente hay felicidad y ausencia de dolor.
La reencarnación no es una opción de eternidad mejor que otras, pues posiblemente nos toque volver a repetir el penoso calvario de la vida humana, con las mismas peleas, hambre, guerras y el ineludible trabajo. Sin embargo, es una opción vital que nos gusta, pues a fin de cuentas ya conocemos en qué consiste la vida. Las demás, especialmente aquellas que nos hablan de espíritus, almas o entes inmateriales, nos dan un poco de miedo y preferimos, si pudiéramos elegir, aquello de “más vale lo malo conocido…”. Afortunadamente, ahora sabemos que si tenemos suerte podremos igualmente volver a disfrutar del amor por la pareja y los hijos, del placer de estar en plena naturaleza o de recrearnos con las maravillas artísticas realizadas por el hombre.
Para algunos este proceso de reencarnación demostrará ser un desafío, especialmente para aquellos que rechazan el cuerpo, considerándolo casi un defecto, sobre todo en el aspecto sexual. Muchas personas tienen como motivo de vida el crecimiento espiritual, unido a un deseo por dejar este planeta e ir a alguna parte mejor, más amorosa, con menos tristeza y más júbilo. Pero hay mucha inadaptación e ignorancia en esta idea, pues no hace falta renegar de nuestra existencia corporal, ni rechazar integrarse en una familia, tener hijos y trabajar en empleos rutinarios. Usted no necesita aislarse en un monasterio, o adquirir la sabiduría y equilibrio mediante la ayuda de ningún profeta o guía. No crea tampoco que en algún remoto y escondido lugar del mundo, ni mucho menos en las montañas del Tíbet, o perteneciendo a una congregación religiosa, logrará comprender la razón de su existencia. Cada uno, cada doctrina o religión, le expondrá su verdad, despreciando burlonamente las demás, y si no es usted inteligente tendrá desde entonces una visión única y deformada de su vida.
Por consiguiente, si se marcha a esa nueva y ansiada casa, ese nuevo lugar en donde está seguro que será más feliz y tendrá más amor, terminará por tener la misma realidad que aquella de la cual escapó un día. ¿Cree acaso que dentro de una gran urbe y siendo funcionario estatal no puede lograr averiguar hacia dónde va su existencia? ¿No se da cuenta que ver “la luz” no depende de nadie nada más que de usted? ¿Necesita siempre que alguien le lleve de la mano para indicarle el camino y preservarle de los posibles peligros?
JUSTIFICACIÓN
Durante los últimos años se han publicado centenares de libros en el mundo occidental acerca de las experiencias con la muerte, experiencias fuera del cuerpo, recuerdos de vidas pasadas a través de la regresión hipnótica, y se han efectuado investigaciones sobre la muerte y la reencarnación. También se han efectuado pruebas soñando despiertos, se han analizado profecías, e incluso se ha llegado hasta el mundo de los espíritus visto a través del ojo de la mente de una persona hipnotizada o en un estado consciente perfecto. Todos han intentado posteriormente describir lo que su alma estaba haciendo entre cada vida terrenal.
Lo más fascinante es la consistencia en cada libro sobre las leyes del karma y la reencarnación, aunque los libros fueran escritos por autores diferentes, incluyendo a médicos, hipnoterapeutas y personas ordinarias que afirman haber cruzado el mundo de los espíritus y retornado. El propósito de este libro es presentar las diferentes versiones en forma resumida sobre la idea de la reencarnación, en un esfuerzo para intentar de explicar, una vez más, por qué estamos aquí y cómo podemos ser mejores. Si todos tenemos un ciclo kármico y ello nos obliga a reencarnarnos varias veces, lo mejor es admitirlo y entenderlo, sea cual sea la religión que profesemos y las creencias científicas que hayamos estudiado. Al final, posiblemente, conseguiremos que nuestras vidas sean mejores.
Estoy seguro que este libro será rechazado por unos, seguramente desde el primer capítulo, y leído con interés por otros. Los detractores lo serán con seguridad desde la primera línea y después de leer las primeras páginas lo tirarán con una sonrisa, rechazándolo como una enseñanza inútil o falsa. Con ello lo único que demostrarán es que no les interesa indagar en el misterio de su propia existencia y que su grado de materialismo es tan extremo, o su fanatismo tan ciego, que rechazarán cualquier posibilidad que les pueda indicar que su vida no comenzó en el momento de la gestación y acabará con su muerte.
En la elaboración de este libro se ha evitado muy especialmente, ridiculizar ninguna creencia o teoría, exponiendo todas del mismo modo que lo hacen sus defensores, tratando de no tomar partido por ninguna de ellas, o al menos que no se vislumbre la opinión personal del autor. Puesto que tampoco pretendo intentar convertir a nadie a una creencia, religiosa o parapsicológica, o interferir en sus filosofías personales, dejo que cada cual, una vez informado, saque sus propias conclusiones.
Anthony Ribb
LA REENCARNACIÓN (parte 1ª.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario