Parte 1.-
La MUJER es definida como la parte suave, sutil, intuitiva, emocional, delicada, resistente, dadora de vida, dadora de amor y por sobre todo receptora.
La mujer tiene la capacidad de albergar dentro de su propio cuerpo la evolución de un Ser, de darle los nutrientes tanto físicos como emocionales necesarios para que ese Ser llegue a desarrollarse. Por lo tanto, la tolerancia es una de las mayores cualidades desarrolladas desde el inicio de los tiempos y el componente de la tolerancia es el AMOR.
EL amor de madre todo lo puede (entiéndase que cada una de las mujeres y hombres del planeta tenemos esta condición, hayamos tenido o no hijos), pero el despertar de ese amor es lo que nos está clamando en el fin de los tiempos, lo que nos está pidiendo a gritos la evolución humana y hacia lo que debemos indefectiblemente viajar para que el salto cuántico se produzca en el espíritu planetario. El amor y la tolerancia como condición es aquello que necesitamos trabajar en estos tiempos.
La tierra es sin duda, la primer MUJER, la primer SACERDOTISA, pues nos alberga, nos cobija, nos da el sustento, el alimento y nos brinda la posibilidad de realizarnos en la materia. La Pachamama, La Tonanzin, como la llamaban nuestros abuelos del Anahuac.
Somos tierra: Nuestro cuerpo está compuesto de sus mismos minerales, de su misma composición y por ende se lo debemos a ella. Nuestro cuerpo nace de ella y vuelve a nutrirla tarde o temprano, en esa alquimia de evolución que ella genera milenio a milenio y la cual nosotros transitamos ignorantes de nuestra misión: el agradecimiento.
Durante los últimos siglos, los seres humanos hemos olvidado nuestro origen y por consiguiente hemos descuidado nuestra propia energía femenina. La misma que en las antiguas culturas se protegía, se respetaba y adoraba. Ese olvido nos está costando bastante caro en este final de tiempo, pues no sólo hemos descuidado nuestro origen sino que nos hemos desconectado de nuestro espíritu en consecuencia. Esta desconexión es lo que hace que en el mundo actual predomine la violencia por sobre la tolerancia y que el amor esté circunscripto a las relaciones interpersonales.
Hemos olvidado de alguna manera el legado que nuestra Madre nos deja: EL AMOR INCONDICIONAL – el AMOR hacia todo ser viviente – Ese amor que se conserva aún cuando desencarnamos de nuestro cuerpo físico y llegamos a la conexión energética con el Todo.
Como todos sabemos, o al menos intuimos, este es el fin de un ciclo importante a nivel planetario. Final que nuestros abuelos de las culturas antiguas como la Egipcia, Tibetana, China, Tolteca, Maya, y demás nos anunciaron en escritos sobre piedra, en calendarios y en prácticas espirituales de grupos iniciáticos.
El fin de un ciclo no significa el Apocalipsis (o tal vez sí) pero no de la forma que nosotros lo concebimos, en nuestra mente llena de miedo o de culpa.
“Lo que para el gusano de seda es el fin… es el nacimiento para una mariposa”.
Este cambio es lo que se avecina en estos tiempos….
Continúar leyendo... Parte 2
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