Según conceptos milenarios sobre la constitución del Cosmos, éste estaría constituido sobre la base de un solo Elemento. Siendo el Arquetipo uno, la Sustancia debe ser, por fuerza, una en esencia. A esto se referían las publicaciones de Demócrito sobre el átomo como parte indivisible sobre la que se asentaba el Cosmos. No es el llamado átomo, que desde hace medio siglo el Hombre desintegra, al que se refirieron los antiguos griegos. El que hoy llamamos átomo (que literalmente significa sin partes y por lo tanto indivisible) no pasa de ser una micromolécula integrada a su vez por muy variados elementos. El átomo de los clásicos está más allá de todo lo que conoce la ciencia actual.
Pero en el plano manifestado en que nos movemos y nos es dado percibir y entender, podemos afirmar que existen cuatro Elementos: la Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego. Estos cuatro forman dos cruces generativas interpenetradas, ya que la Tierra y el Aire tienen movimiento horizontal y el Agua y el Fuego, vertical. Así, la Tierra es fecundada por el Agua y el Aire es fecundado por el Fuego. De estos cruzamientos surgen elementos vitales que se caracterizan por su impulso y acción benefactora para el Hombre: la fertilidad material y la fertilidad energética.
No han de entenderse estos cuatro Elementos como la Tierra física, el Agua física, el Aire físico y el Fuego físico, sino como grupos mucho mayores que se representan esotéricamente por los cuatro nombrados. Asimismo se corresponden con los cuatro planos inferiores de la Naturaleza: la Tierra con lo Físico, el Agua con lo Energético, el Aire con lo Psíquico y el Fuego con lo Mental. En Alquimia son los cuatro estratos que se plasman en el interior del Atanor. En la base, la Sal; en el medio las dos formas de Mercurio, y en la parte superior el Azufre coronado por el Fénix de Fuego, forma de quinto Elemento que en estado natural es imposible hallar, pues es muy inestable al estar aún en su etapa formativa.
Los cuatro Elementos influyen en las características de las cosas y así oímos hablar, aunque no siempre con conocimiento de causa, de vegetales de Agua, de piedras de Aire o de signos zodiacales de Fuego. En verdad, los cuatro Elementos son como cuatro impulsos o notas musicales fundamentales de nuestra Naturaleza, dentro de la tónica de Unidad Dinámica .que la caracteriza, que permite que estas cuatro Modalidades se interpenetren y sean arquitecturadas por el Plan Divino que nos rige.
Para la ciencia espiritual, los elementos y los éteres trabajan en conjunto, en parejas: el fuego con el éter-calor, el aire con el éter-luz, el agua con el éter-químico, la tierra con el éter-vital, pero a partir de polaridades contrarias; los elementos suben desde el centro de la tierra, los éteres descienden de la esfera celeste de la que son originarios. En conjunto y en diversas mezclas sutiles, los 4 éteres y los 4 elementos forman todos los espíritus naturales.
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